EL CUADRO DEL MES
ANTONIO SAURA
24 / abril / 1997

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24 / abril / 1997
19 / mayo / 1997

Comisariado:

Hoja de sala

La obra “Retrato” es exponente de uno de los temas arquetípicos de Antonio Saura (Huesca, 1930 - Cuenca, 1998): la mujer y de una de las maneras de concebirlo: retrato imaginario. Corresponde a un período de plena identidad cuando su estilo estaba absolutamente decidido y maduro. Dos años después de la disolución del grupo de vanguardia El Paso (1957-1960), del que fue creador, y habiendo participado en la Bienal de Venecia, en la documenta de Kassel y recibido en Nueva York el premio Guggenheim.

Es una de sus realizaciones sobre papel, soporte muy utilizado por el autor para diversas técnicas, tanto de estampación gráfica como pintura o collage. El color que es austero y limitado a los negros, blancos o grises, de claro sentimiento dramático, domina o subyace también en toda su producción enraizada en una tradición cultural. Un lenguaje gestual propio funciona como organización y desorganización, como configuración de una imagen caótica por lo caótica que es la naturaleza humana que participa a la vez de la irracionalidad animal y de transformarse en ridículas máscaras producto de la sociedad burguesa.

Hay un informalismo sugestivo en el trazo, de enmarañadas líneas filamentosas o gruesas que, sin embargo, desvelan la figura monstruosa y absolutamente evidente. La mujer ocupa todo un primer plano frontal, con una gran cabeza y pronunciado torso, desarrollándose en la superficie del papel sobre un fondo neutro o soporte-espacio del icono dominante de la figura femenina- No hay paisaje ni apenas atributos o detalles narrativos. Es ilustrativa por sí misma con sus distorsiones, su ironía, espejo de contradicciones.

 

Saura, figura fundamental de la generación española de los años cincuenta y sesenta, pintor y escritor, formado de manera autodidacta, participa primero intensamente del surrealismo y realiza un ansiado viaje a París, como otros compañeros suyos que buscaban alternativas internacionales a la estética académica y amable de la España de posguerra: Millares, Palazuelo, Xavier Valls, Chillida, Tàpies; para volver después y definirse por su expresionismo informalista sin abandonar la figura, muy peculiar del que se deriva toda una obra que llega hasta nuestros días.

Los retratos femeninos “Damas”, “Retratos” son entendidos con su habitual exageración pulsional, plasmada por su escritura automática, sus violentas y demoníacas metamorfosis, apoyadas en pinceladas largas y de desigual textura que general bioformas inquietantes. Otros temas serán sus paráfrasis de arquetipos históricos, personajes o cuadros: Felipe II, el perro de Goya, la Crucifixión de Velázquez o las multitudes siempre distorsionadas por su mirada amarga y comprometida con la humanidad.

Mª del Mar Lozano Bartolozzi

ANTONIO SAURA
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