Primera exposición de Fernando Aguiar en España, integrada por dos instalaciones, seis telas plásticas de gran formato y catorce obras gráficas.
Las obras que configura el discurso expositivo ocupan la Sala del Molino y sus patios aledaños, sosteniendo y amplificando el diálogo entre el particular universo semiótico de Aguiar, de una enorme potencia visual, y un contexto arquitectónico y natural que ha sufrido (y disfrutado felizmente) de una reasignación permanente de significados.