En su papel de aforismo incompleto, el título de esta obra pretende avisar de un razonamiento sobre lo reglamentado, de una parodia sobre la aritmética elemental. Contar hasta un millón por la propia vista no deja de ser un alarde innecesario. En cuanto al subtítulo, alude al ritmo acelerado con que se alcanzaría esa meta si es el oído el encargado de lograrlo. El arte, en suma, no estaría en el éxito, sino, como de costumbre, en la ruta de la razón, en la constancia del pensamiento.
Isidoro Valcárcel Medina