El Museo Vostell Malpartida presenta una selección de obras de Wolf Vostell realizadas en las dos últimas décadas de actividad del artista.
Las piezas que conforman la exposición no han sido presentadas en el Museo Vostell Malpartida con anterioridad y tienen su denominador común en una presencia preponderante de la pintura. En la esfera de esta práctica artística discurre una exposición cuyo discurso permite al visitante descubrir la complejidad y la amplitud de recursos de la obra plástica de Wolf Vostell, pues se exhiben tanto obras puramente pictóricas como cuadros-objeto. Paralelamente, la muestro explora la vertiente matérica de una producción cargada de posibles lecturas. En estas coordenadas se inscriben los cuadros que incorporan pan de oro, cemento o plomo.
Aunque Vostell disfruta de un reconocimiento generalizado por haber abierto el camino de la interdisciplinaridad de las artes (ha definido, por ejemplo, el camino a seguir en el videoarte, el happening o la instalación) su particular lectura de los acontecimientos históricos que han moldeado nuestro tiempo presente se ha mostrado particularmente efectiva cuando se ha producido en el campo de la pintura. Es justamente en la obra producida con esta técnica (y sus múltiples variantes) donde puede apreciarse con mayor claridad la transición que propicia Vostell desde lo local hacia lo global, puesto que el artista supo otorgar significados universales a elementos profundamente enraizados en la tradición española.
La muestra presenta trabajos pertenecientes a series emblemáticas de su producción en nuestro país -como “Tauromaquias” o “Majas” - que ejemplifican esta voluntad de trascender lo particular. Se exhiben también obras que aluden directamente a la Historia del Arte (con referencias explícitas a obras del pintor barroco Rubens o el dadaísta Marcel Duchamp) o apuntan hacia el espíritu fluxus (recuerdo a Charlotte Moorman).
El título de la exposición reivindica que buena parte de los trabajos del autor expresan su compromiso con el ser humano y persiguen la aclaración de nuestras consciencias. Wolf Vostell mantuvo, asimismo, que el arte debe ser testigo de su tiempo, y consecuentemente dar respuesta a aquello que nos rodea. Las reflexiones del artista sobre la sociedad de consumo, que aún hoy define nuestros días, ha sido un elemento más de una producción que, en su conjunto, es un compromiso con el ser humano. Este posicionamiento del artista se produce desde una óptica de tolerancia y libertad, e insertado en las nuevas formas de expresión artística que él mismo contribuyó a definir a lo largo de la segunda mitad del siglo XX